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¡Viva la generación sin título universitario!

Pertenezco a esa clase de generación en la que lo normal era acabar los estudios y ponerte a trabajar.

Las carreras estaban destinadas a las personas con mucha vocación o con unos padres con mucha vocación de que sus pipiolos fueran “algo más” el día de mañana.

En mi época de juventud no había los cientos de carreras que hay hoy en día y, tal vez por ello, la gran mayoría de esos futuros universitarios tenían muy  claro qué querían ser.

Quizás por eso entonces, quien empezaba una carrera (a veces con un esfuerzo económico heroico por parte de su familia) la acababa. Antes jamás se escuchaba: “Mi hijo el año pasado empezó tal carrera pero a mitad de curso se dio cuenta que no le gustaba y la dejó, y este año está haciendo tal otra pero… parece que tampoco le convence”.

De todas formas no me extraña, porque la presión que tiene la juventud hoy en día es enorme. Sí o sí hay que seguir estudiando; sí o sí hay que ir a la universidad; sí o sí hay que demostrar que se vale para algo que, posiblemente, en su vida se les ha pasado por la cabeza que les gustaría hacer.

Desgraciadamente en muchas ocasiones, cuando todavía no están lo suficientemente maduros para decidir algo tan importante para su futuro, se les ponen delante de sus ojos una “apetitosa” lista de carreras con rimbombantes nombres para elegir. Como si fuera el menú de MacDonald’s y tuvieran que elegir por la foto qué hamburguesa les gusta más: La Masala Grill, la McChicken…. laMcSpicy Paneer…..

A lo mejor hay alguna que en apariencia parece exquisita pero que cuando las estás comiendo dices: “¡Ay no! si llevaba… ¡Ay no! si pensaba que este ingrediente era otra cosa ….. y entonces, una de dos, o la dejas en el plato de plástico, o te la comes de mala gana con el riesgo de que acabes vomitándola en la primera esquina.

Pero volvamos a mi reivindicación. No por tener una carrera vales más; no por tener una carrera eres más inteligente; no por tener una carrera tienes que mirar por encima del hombro a quienes no la tienen.

Una vez una chica joven, recién salida del horno universitario, me preguntó, de manera bastante altiva refiriéndose a otra persona: “ Y esta señora, ¿qué carrera tiene? Me la quedé mirando y con la mayor seriedad del mundo le contesté: La misma que yo…. “La de la liebre” (creo que todavía no lo ha pillado).

Hay muchas cosas que no se enseñan en las Universidades y cuyo conocimiento no se adquiere por más másters o postgrados que se hagan aunque sea en el centro mas importante (y caro) del mundo.

Para manejarte en la vida hay que saber tocar muchas teclas y algunos pentagramas no se escriben en las pizarras de las aulas.

Ya sabemos que es una de las frases más usadas a lo largo de los tiempos pero ¡es tan real!… “La mejor escuela es la de la  vida”.

La escuela de los golpes, de las zancadillas, de las caídas y sobretodo la escuela del saber levantarte y saber seguir adelante.

¿Sabéis? yo ahora, si el destino no hubiera querido jugar conmigo, sería una periodista  «soñando» con jubilarse.

A los tres meses de llegar con mi familia a vivir en Barcelona comencé en una academia los estudios de 5º de bachiller (entonces llamado bachiller superior). He de reconocer que a esa niña de quince años, recién llegada de una pequeña capital, acostumbrada al colegio de monjas y a las faldas de la mamá, la academia mixta en donde todos se conocían y la gran mayoría hablaban en catalán…..se la comió con patatas.

Aun así encontré mi sitio y aprobé todas las asignaturas en junio examinándome en un colegio oficial. Todas menos la de dibujo artístico (mi auténtica bestia negra). Jamás he sabido hacer ni el típico perrito con cuatro trazos.

Fui tan buena estudiante que los directores de la academia me animaron para que me preparara y me examinara en septiembre del siguiente curso. Es decir: estudiar todo un curso de nueve meses en dos y medio, y nada menos que el último del bachiller. ¡Lo hice!

Fue el peor verano de mi vida porque desde que me levantaba hasta que me acostaba me lo pasaba estudiando mientras el resto del mundo iba a la playa y se divertía.

Una de las cosas de las que más orgullosa me siento de  mi vida es que aquel curso lo aprobé entero (en dos meses y medio……). Pero en aquella convocatoria de septiembre me tuve que examinar nuevamente de la asignatura de dibujo y….¡la volví a suspender!

Empecé la preparación a la universidad haciendo COU en una escuela (esta vez de las más importantes de Barcelona). Allí, entre otras cosas, me enamoré perdidamente de mi profesor de francés.  Se llamaba Guillaume y llevaba una trenca azul….

Acabé el primer trimestre con unas notas extraordinarias y comenzamos a mirar todo lo necesario para matricularme cuando acabara el curso en la Universidad de Periodismo (o como se llamara entonces) ¿Quién me lo iba a impedir?

En febrero me volví a examinar por última vez de la asignatura pendiente; era mi última oportunidad para seguir estudiando ya que no se podía continuar en COU con una asignatura suspendida. Los nervios eran horrorosos, necesitaba ese aprobado. ¡Por el amor de Dios! el no saber dibujar una mesa con una manzana encima no me podía frustrar una carrera…..

Nunca se me olvidará: una calle muy empinada, una tarde fría y gris y yo bajándola llorando como una loca con el papel de “suspendido” en la mano.

Tuve que dejar la academia y a los dos meses empezaba mi auténtica carrera, la que me iba a acompañar fielmente hasta el día de hoy: la laboral.

Todo mi cariño a esas generaciones a las que no les ha hecho falta un titulo enmarcado en la pared para demostrar que el mundo sin ellos, sin sus conocimientos y sin su trabajo no hubiera funcionado.

¡Ah, para vuestra información! al final acabé aprobando el dibujo…..

5 comentarios en “¡Viva la generación sin título universitario!

  • Buen tema el de los estudios, nada que ver el antes y el ahora, no se si es mejor ahora o lo fue en el pasado, la que si es cierto es que antes estudiar en la universidad era un privilegio al alcance de muy pocos. Por otro lado la oferta laboral era amplia y estaba llena de oportunidades, cosa que ahora por mucha carrera y master cuesta un riñón encontrar trabajo, los tiempos han cambiado y no queda otra que adaptarse, creo que ninguna época es mejor que otra, si no diferente, como diferentes somos nosotros de nuestro jóvenes.
    Alícia, vamos en el mísmo barco.

  • Y tan diferentes….. Lo cierto es que la juventud de ahora no lo tienen nada fácil y a veces no me extraña que se desmotiven. Menos mal que siempre hay mamis como tú cerca para dar la mano a quien la necesite. Un beso grande.

  • Dime de que presumes y te diré de que careces, por poner más títulos en una pared, no te hace mejor profesional, sino eres mejor persona.

    Los profesionales se hacen, claro está que con la Universidad tienen una base, pero siempre falta la experiencia y esto hoy en día es lo que falta que les den a estos jóvenes que quieren trabajar.

    Un poquito más de tu vida y ya mismo escribes tu biografía, Ánimo Alicia, seguro que es un "best-seller". Ya lo estamos esperando. Un beso muy grande.

  • No todo son títulos colgados en las paredes, si no la fuerza de superación diario, Alicia, no ibas a ser mejor con un título colgado en la pared. Eres una profesional de los pies a la cabeza y una gran persona.
    Besos y no dejes de escribir.

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