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Rosita Laguna Guiu

Querida abuela, tal día como hoy, 3 de febrero (San Blas), naciste hace… no sé cuántos años. Pero bueno, eso no se recuerda a una dama.

No podías haber nacido otro día más señalado para lo que luego fue tu vida y tu gran pasión: la música y el canto.

San Blas es el protector de la garganta, a quienes todos los cantantes, en un momento u otro, nos hemos dirigido  suplicantes  ante una inoportuna afonía.

Mamá siempre contaba que tú antes de cantar te quedabas completamente sin voz. ¡Miedo escénico! dicen ahora. Y en el momento que  pisabas las tablas de un escenario, o salías a una sala de conciertos… ¡et voilà!, la voz aparecía: diáfana, trasparente y cristalina.

Dicen que tenías una extraordinaria voz de soprano ligera. Esas sopranos que se ganan la ovación del público tras escuchar, con las respiraciones contenidas, toda una serie de malabares vocales que acaban con un sobre agudo, ante el que ningún otro tipo de voz puede competir.

Mi querida abuela, me hubiera gustado conocerte entonces, cuando estabas exultante y pletórica.

Me apasiona tu historia, que tantas veces me contó mamá. Yo creo que siempre lo hizo con admiración y sobretodo, con respeto; con mucho respeto. Quizás demasiado respeto.

Tu procedencia, de una familia de la pequeña burguesía catalana de finales del siglo XIX, te marcó tu carácter.

Sé que tu madre fue muy rígida contigo. Me la imagino como la típica “señora” que ante todo había que guardar las formas, y demostrar la “clase” a la cual pertenecíais.

Esa burguesía en donde hablar catalán estaba prohibida porque solo era para la gente de clase baja.

Y te fuiste a topar con el abuelo Venancio.

Yo creo que os enamorasteis, en aquella sesión musical donde tú cantabas y él acudió,  supongo que acompañando a algún amigo, casi recién llegado de Logroño, porque erais muy distintos.

El abuelo llegó a Barcelona para seguir aprendiendo periodismo (o como me llamara entonces). Contaban como anécdota que lo primero que hizo nada más llegar, fue entrar en un estanco y pedir: “Un cèntim de tabac”, con su catalán/riojano.

Mi abuelo, a pesar de provenir de una pequeña ciudad, fue siempre un hombre de mundo.

Supongo que aquellos fueron los mejores años de tu vida. Tenías tu carrera, tu voz en pleno auge, el amor de un hombre, que te amó hasta el último día de su vida, y en unos pocos años, la alegría de una hija, que te adoró hasta su último suspiro.

Abuela, no debió ser fácil para ti dejarlo todo y marcharte tras el hombre que habías elegido como esposo. No debió ser fácil dejar tu familia, tu querida Barcelona y el lugar donde podías haber seguido triunfando, para irte a un Logroño de hace casi 90 años. Una pequeña capital de provincia… muy provincia.

Seguro que allí, más de una noche, añorarías escuchar ese catalán prohibido.

La música, junto con el inmenso amor del abuelo y de mamá, te ayudaron a levantar el vuelo de las ilusiones.

Lo que daría por poder estar en aquellas representaciones de ópera, y sobretodo de zarzuela, de la compañía lírica de aficionados (CLA), en donde “aterrizaste” como una auténtica diva.

Lo que daría por quedarme entre bambalinas y verte actuar. Además de una gran cantante, sé que eras una extraordinaria actriz.

Mi querida abuela, a veces recrimino a la vida que me haya robado tantos momentos felices de mi infancia.

Tal vez mi visión de niña deformó un poco la realidad,  pero mis imágenes infantiles están casi siempre envueltas en un fino velo de tristeza.

Sé que tanto a mi hermana como a mí nos quisiste mucho, igual que el abuelo. Que sufriste por todos, y que ese sufrimiento, posiblemente,  acabó agotando tus recuerdos.

Querida abuela, allí donde estés, estoy segura que eres feliz, porque estarás rodeada de todos los tuyos. Como también estoy segura que me ves y me cuidas.

¡Ay esa nieta pequeñaja y ocho mesina de la que casi nadie daba un duro cuando nació, y que se agarró a la vida gracias a la leche condensada! ¡Ja,ja,ja. ¡Toda una historia!

Esa nieta, un poco agitanada, tímida, reservada, siempre detrás de su hermana, o de las faldas de su madre. Esa nieta de ojos grandes que miraba todo con curiosidad. Esa nieta, abuela, se ha hecho mayor. ¡Muy mayor! Casi te alcanzo. De aquí nada entraré en el selecto club de la tercera edad.

Mi querida abuela, ¡felicidades! Hoy te sentiré más cerca que nunca. Disfruta mucho de ese mundo blanco, sin estupideces humanas, sin violencia, sin enfermedades, y sin ese ancestral miedo aterrador que nos da ese temido camino hacia el final, que en realidad, no es más que el final de un ciclo. ¿En qué ciclo estas tú ahora?

Dale un beso a mamá y al abuelo, y tú llévate el mayor de todos.

Moltes felicitats, àvia!

5 comentarios en “Rosita Laguna Guiu

  • Gran homenaje a tu abuela, gran mujer y una gran belleza.

    Seguro que tiene que estar muy orgullosa de ti por la gran persona que te has convertido.

    Sigue haciendo amiga lo que te diga el corazón que seguro que sigues haciendo felices a mucha gente.

    Muchas felicidades por tu escrito lleno de sensibilidad y también para tu querida abuela que te sigue protehirndo.

  • Gracias Yolanda, una vez más, por tu cariñoso comentario. Sí que era una gran mujer, y lo que siento es no haberla podido disfrutar más. Sabes que siempre escribo con el corazón; creo que no sé hacerlo de otra manera. Un beso grande y que tengas una feliz semana.

  • Precioso homenaje a tu abuela, estoy segura que si ella hubiera podido te hubiera enseñado todo lo que sabía. Cantar ha sido siempre una de tus pasiones y lo has hecho siempre muy bien, pero la vida nunca pone las cosas fáciles y en este aspecto, me consta, así fue. Pero como bien sabemos las artes, en el sentido que sea, no se aprenden, se nace y se desarrolla y tu querida amiga, como tu abuela naciste artista, en el canto, en la escritura y en tantas otras cosas que están por venir y algún día nos mostrarás. Ten por seguro que tu abuela desde donde quiera que esté te vigila y te cuida. ?

  • Hermoso homenaje a tu abuela, aún sin estar estoy segura que te ha ayudado y lo sigue haciendo, estas llena de arte ya sea cantando, tocando el piano, el acordeón o escribiendo. Rebosas arte y eso te viene de familia. Lo que también llevas en la sangre es esa valentía y decisión, que sin duda has heredado. Un beso y sigue asi.

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