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¿Qué se siente?

Todavía con la emoción y los sentimientos a flor de piel después de las últimas semanas, y sobre todo, después de mi “adiós” el pasado lunes a lo que han sido 44 años de trabajo en la misma empresa, quiero expresaros lo que siento.

Miles de veces había pensado cómo sería el último día de trabajo. Ese 15 de enero me lo había imaginado de todas las maneras posibles. ¿Cómo sería esa última bajada del ascensor que me conduciría al principio de una nueva vida?

En mis “sueños” me veía saliendo de la Bolsa llorando, o con una enorme sensación de tristeza y de vacío, o viendo como mis compañeros agitaban sus pañuelos desde las diferentes plantas.

Pensaba que saldría a la calle presa de una especie de borrachera emocional, que casi me impediría saber qué metro debería coger para regresar a casa.

¡Pero no! Nada fue como me imaginé. Me marché el lunes, casi a las cinco de la tarde. Intenté que fuera antes que mis compañeros empezaran a desfilar por el controlador reloj que extrañado me miró pensando: ¿Hoy ya no fichas? Me marché con una enorme sonrisa en los labios, y con la misma tranquilidad que si fuera a volver al día siguiente.

No hubo lágrimas, ni pañuelos, ni pancartas, y no solo lo agradecí, sino que me hizo sentir mucho más libre de lo que nunca me hubiera imaginado.

Llevaba dos días despidiéndome de todos mis compañeros. Dos días repletos de abrazos, de besos, de ojos humedecidos y de lágrimas que libremente querían demostrarme que aquellos 44 años habían valido la pena.

Dos días en que los recuerdos y las anécdotas despertaron de su letargo.

¿Te acuerdas cuando fumábamos juntos aquellos cigarrillos mentolados tan horribles? ¡Pipper!

Sí amigos, yo fui fumadora en mis años de estúpida adolescencia. Esa estupidez que te hace encender el primer cigarrillo por imitar a los demás, o porque te crees que ese será tu bautizo como “mujer fatal”.

¿Te acuerdas cuando me llevaste a mi primer concierto de música clásica

¿Te acuerdas cuando nos fichábamos unos a otros? (Eso ya no se hace. Hablo de cuarenta años atrás……. ¡Ja,ja,ja!).

¿Te acuerdas cuando fuiste a mi boda…..Al bautizo de mi primer hijo….. A la boda de ese primer hijo…?

¿Te acuerdas cuando entré, llena de miedo, y tú enseguida me acogiste y me dijiste: Tranquila. Bienvenida?

¿Te acuerdas…?

Y las vivencias escamparon a sus anchas, felices de resurgir después de tantísimos años.

No hubo despedidas a pie de calle porque, en realidad, nadie vio en mi partida un adiós, sino un: ¡Hasta luego! Porque la gente que me quiere sabe positivamente que yo seguiré estando con ellos; porque los compañeros a los que me une el vínculo de los miles de días compartidos, saben que un simple whatssap volverá a conectarme con ellos y con sus vidas.

Ayer comí con unos amigos en “petit comité”. Estuvimos en un precioso restaurante tailandés que nos gusta mucho, y en donde el mejor de los platos fue el volver a estar juntos. Mañana será una comida con muchos más amigos y compañeros, y estoy segura que las risas vencerán a las lágrimas, y la felicidad correrá como una loca por toda la larga mesa. Nos espera una buena comida vasca:  de aquellas de mojar pan.

Ahora todos me preguntan lo mismo: ¿Cómo te sientes? ¿Qué sensación tienes? ¿Es como si estuvieras de vacaciones? Y mi respuesta es la misma: Estoy en paz, sintiéndome la dueña absoluta de mi tiempo y de mi vida. Ya no hay prisas. Si algo no lo hago hoy pues…. ya lo haré mañana, o pasado. Y si en este momento me apetece más sentarme delante del ordenador a escribir esta publicación, que bajar a la frutería, pensaré:  ¿Verdad que para hoy ya tengo una manzana? Pues ya bajaré mañana a comprar las naranjas.

Por primera vez, desde que tengo uso de razón, no estoy atada a unos horarios. Horarios rigurosos de comidas mientras eres pequeño; horarios disciplinados de colegio, de instituto o de universidad. Horarios implacables desde el momento que comienzas a formar parte del mundo laboral. Horarios, horarios…

¿Y ahora?  ¿Qué pasa si en vez de a las ocho me levanto a las nueve, o si en vez de comer a las dos como a la una o a las tres? ¿Qué pasa si ceno a  las nueve o a las doce? ¿Qué pasa si la función de teatro acaba el domingo a las nueve y media? ¡Como si acaba a las dos de la madrugada! Mañana me levantaré cuando quiera. ¡Libertad!

Desde esta nueva etapa de mi vida, espero ir compartiendo con vosotros mis nuevas experiencias. Tengo muchas ganas de hacer cosas, de dedicarme con toda mi alma a lo que tanto me gusta, que es escribir, y de saborear cada minuto, porque estoy segura que no tendré la sensación que se acaba, sino que es una nota más de una  maravillosa sinfonía. La sinfonía de la vida.    

5 comentarios en “¿Qué se siente?

  • Leer tu publicación me pone triste, ya que significa que te has ido definitivamente del trabajo, eres una de las personas que más me ha marcado en la vida, siento un gran de vacío, pero me hace ilusión ya que siempre podré contarte como amiga y eso si que no tiene precio y con las nuevas tecnologías estaremos en contacto, me tendrás que aguantar….

    Seguro que en tu nueva etapa podrás aportar y aprender muchas cosas que serán retos y nuevas ilusiones. Espero amiga que las vayas compartiendo para así estar más cerca de ti.

    Ya sabes donde vivo sólo a una parada de tren. Disfruta del día a día, de cada momento, rechaza como siempre lo contaminado y la falta de aire y seguro que tu sonrisa seguirá.

    Muchos besos y nos vemos pronto.

  • Me encanta cómo has hecho "el enlace" entre los dos estadios, amiga Alicia. Y emotivo y lindísimo, como siempe, el comentario de tu amiga Yolanda.

    Que seas muy feliz con el bien más preciado, después de la salud: el tiempo. Seguro que sabrás disfrutarlo, saborearlo y gozar cada minuto, haciendo lo que te gusta.

    La vida son etapas. Y hay que saber abrirlas y cerrarlas para que este libro tan maravilloso de nuestra vida sea escrito con la mejor pluma de todas: nuestro corazón y nuestra alma.

    Un beso muy grande y seguimos conectados!!!

  • Todavía no me creo que haya dejado ya de trabajar y todavia no me creo que esta "vida laboral" me haya regalado tantos amigos extraordinarios como tú. Pero querida mía… sabes que no te podrás librar de mí tan fácilmente. Hasta muy pronto.

  • Gracias Francecs, y estoy feliz porque, como le comentaba a Yolanda, no es que haya dejado a buenos amigos, si no que me los he llevado conmigo. Cuando quieras verme…. como decía aquella canción, solo tienes que dar un silbidito. Un beso grande.

  • Por fin!!! Llegó el día y pudiste decir adios a la vida laboral, los despertadores, las prisas, los ires i venires diarios y un largo etc. Ahora si que empiza tu vida, por fin podrás sumergirte en un mundo lleno de letras donde realizarás tus nueva creaciones y todos los demás las disfrutaremos.
    No estoy triste porque se que estás ahí, como siempre, es cierto que no nos veremos a diario pero sabemos que nos tenemos y eso es lo más importante.
    Prontito nos vemos.

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