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¿Que no te gusta lo que a mí me gusta? ¡Qué raro eres!

Se nos llena la boca hablando de tolerancia, de igualdad y de respeto al prójimo. Creemos que nosotros no somos las típicas personas que intentan hacer que sus ideas o sus preferencias sean las mejores, pero…¿es verdad?

Yo soy también de las que va por la vida con los lemas: “Vive y deja vivir” “Haz y deja hacer”

Sin embargo, mis cimientos se me han venido abajo cuando me he visto a mí misma, queriendo “imponer” mis gustos, ya no a otro ser humano, que podría haberse defendido argumentando sus teorías, si no a un trozo de pan de 34 kilos y ladrido imponente.

Una de mis ilusiones, estando de vacaciones, era que mi querida Nina por fin conociera el mar. 

Tenía hasta una película mental formada: viéndola a ella acercarse a la orilla, quedándose enamorada de aquel azul inmenso que tendría ante sus asombrados ojos, y empezando a jugar con unas olas traviesas que se le acercarían  mojándole las enormes patas.

Estaba convencida que le haría los mil y un vídeos corriendo por la fina arena, feliz y emocionada.

Pensaba llenar Facebook y Twitter de fotos suyas metiéndose  en el agua y saliendo, cual sirena, agitándose y salpicando de gotas a todo el que se encontrara a veinte kilómetros a la redonda.

Pero la realidad, ha sido otra. La única foto que he conseguido ha sido una, sujetándola con todas mis fuerzas, casi como si fuera un caballo desbocado

¡Es lo que hay! A mí me gusta el mar, a Nina no. A mí me hechizan las olas, a ella le producen pánico. A mí me relaja el ruido producido cuando chocan contra la orilla, a ella le da ganas de echar a correr y no parar hasta Segovia.

He de reconocer que me siento un poco frustrada y triste, y ¿por qué? pues porque, una vez más, pienso absurdamente, y quizás pecando un poco de soberbia, que todo lo que a mí me entusiasma (que son muchas cosas) a los demás también tiene que entusiasmar.

¿Cómo es posible que ésto tan bonito a ti te deje indiferente? Pues queridos amigos (y querida yo), porque para gustos se hicieron los colores.

Y pienso: si no somos tolerantes en estas pequeñas cosas, ¿lo seremos en las grandes?

Un beso a todos y… tranquilos, que no me enfadaré si no os gusta esta publicación. ¿O sí?

Por cierto, Maià sigue disfrutando a pie de playa de las algas y las pequeñas conchitas. El otro día, una ola atrevida (como diría aquella canción de Peret) le mojó hasta la barriga y ante mis risas y algarabías, se me quedó mirando con cara de mala leche y solo le faltó decir: «No le veo la gracia».

2 comentarios en “¿Que no te gusta lo que a mí me gusta? ¡Qué raro eres!

  • Y es que las mejores cosas son las inesperadas, este castillo de fuegos en la arena que no sabías iban a hacer con unas sardinas en espeto y su vinito…estas sorpresas que te da la vida el día que menos te lo esperas. Como este día, que llegará, en el que Nina te besará y te sorprenderá con alguna de las suyas…dale tiempo y espacio, sé paciente (no te fijes en mí!) y serás recompensada. Un beso muy grande, encanto, y goza a tope!!!!

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