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Mi querido Liceo, mi querida ópera, mis queridos recuerdos

 El Liceo…. ¡Cuánto llegó a significar en mi vida!

Yo viví una época, gracias a amistades muy vinculadas con el Teatro, en que prácticamente iba todas las semanas a ver una ópera diferente. Ahora que un título se puede estar representando durante un mes seguido, las obras entonces se iban sucediendo casi una tras otra. Quizás las producciones no eran tan espectaculares (y tan discutibles) como las de hoy en día, pero por aquel Teatro pasaron los mejores cantantes del mundo: Plácido Domingo, Carreras, Caballé, Pavarotti, Freni, Cossotto, Berganza, Aragall, Capuchilli, Pons, Kraus, Ghiaurov….. (yo tuve la suerte de verlos a todos).

Cuando tenía unos maravillosos e insultantes veinte años, pude vivir momentos extraordinarios, emocionantes e inolvidables, al ser contratada como figurante (los extras del cine) para unas cuantas óperas. Era una experiencia única que te permitía vivir desde dentro cada función, conocer de cerca, cerquísima a los grandes divos del momento y sentir el calor y la fuerza de un teatro lleno a rebosar.

Fui una de las doncellas de la Princesa Amneris en una antológica Aida, con Montserrat Caballé y Plácido Domingo, o la mesonera en la esperadísima reaparición de Alfredo Kraus en Werther.

Como olvidar “los ánimos! que tuvimos que darle, una compañera y yo, vestidas de pajes, (¡pobres criaturas insignificantes dentro de la magnificencia de un Teatro como aquel!), a un Jaume Aragall, al que acompañábamos en su salida a escena en: Il Ballo in Maschera.

Y mi anécdota favorita: Hice callar a Plácido Domingo en plena representación de la ópera Carmen. ¡Sí, sí, sí, no me lo invento!

Los figurantes solo podían bajar al escenario momentos antes de salir a actuar, pero yo siempre me colaba, y me quedaba medio escondida entre bambalinas, siendo desde allí espectadora de primera fila de toda la función. No solo veía y escuchaba a los cantantes, si no que vivía con ellos los nervios previos a su actuación y la emoción de sus rostros cuando regresaban felices a sus camerinos después de recibir una aclaparadora ovación.

Pues bien, en una función de la ópera Carmen de Bizet,  la extraordinaria  soprano Carme Hernández estaba cantando la bellísima aria Je dis que rien ne m’epouvante. El silencio en el Teatro era absoluto. Ni una tos, ni un movimiento en la silla: el aire se podía cortar. Ella, pequeñita y con una de las mejores voces que ha dado la lírica española, estaba emocionando a todo el público.

 De repente, ese mágico silencio se rompió dentro del escenario con un extraño ruido justo detrás mío, y yo, con el genio que a veces me caracteriza, me volví indignada sin saber a quién iba a digerir mi reproche en forma de un indignado: “Sssssssshhhhhh”, y ¡mira tú por dónde! el receptor a quién dio de pleno era Plácido Domingo.

Jamás se me olvidará su cara. Otro divo divísimo como era él, me hubiera ignorado, pero él se me quedó mirando con una cara de gran preocupación, juntó las manos y sin emitir ningún sonido, movió los labios en un: “Perdón, lo siento…….”.

A su favor tengo que decir, que Plácido Domingo (caracterizado siempre por su profesionalidad y extraordinario compañerismo), tenía un motivo muy potente para ese inoportuno ruido. Justo después del aria de la soprano, él salía a escena y tenía que interpretar una pelea con el barítono (el torero Escamillo). Para no resbalarse en medio del escenario, caerse de bruces, y hacer el ridículo de la noche, pisaban repetidas veces un cartón que estaba en el suelo con resina, para que las suelas quedaran bien impregnadas.

Como mis sueños de cantar como solista se iban apagando a medida que iba cumpliendo años, tuve la ocasión, aparte de intervenir dentro de un pequeño grupo de solistas en Las Bodas de Fígaro, de formar parte del Gran Coro del Teatro, en la espectacular ópera Turandot la temporada 1994.

Los ensayos iban bien: con alegría, con nervios y con mucha ilusión, hasta que el 31 de enero, las radios, los teléfonos y las televisiones se empezaron a volver locas: “El Liceo se quemaba……” “El Liceo se quemó”. Dos días antes yo estaba pisando las maderas que horas más tardes quedarían convertidas en cenizas. ¡Es la vida! 

Afortunadamente participé con este Gran Coro en dos conciertos inolvidables y una representación de Turandot (la que se tenía que haber hecho en el Teatro) ante más de 15.000 personas, en un abarrotado y emocionado Palau Sant Jordi. Era la forma en que todos los que amaban la música, la ópera y Barcelona, querían decir: “Adelante Liceo, tu puedes!»

Mucha gente me ha preguntado el por qué del nombre del blog: Mi fai dimenticare Iddio. Es la frase, para mí, más impactante de la gran ópera: Tosca de Giacomo Puccini (una de favoritas).

Me gustaría que vierais/escucharais este vídeo, cantado por uno de los mejores barítonos mundiales y uno de los mejores Scarpias que ha existido, y del que tengo el orgullo de ser gran amiga: Juan Pons.

La escena transcurre en la iglesia de Sant’Andrea en Roma. El Barón Scarpia, sanguinario y cruel comisario de policía, está “animalmente” enamorado de la diva de la ópera: Tosca, que a su vez está enamorada de Mario Cavaradossi, un pintor revolucionario.

Scarpia es, como ha habido muchos a lo largo de la historia, el típico  hipócrita desalmado que firma una sentencia de muerte, con la misma mano que se golpea el pecho delante de una Cruz.

Es tal su obsesión por conseguir el cuerpo de Tosca (no el amor) que al final del primer acto de la opera, él está dentro de la Iglesia donde se está preparando un Gran Tedeum, con obispos, curas, monaguillos, inciensos, parroquianos, etc,etc,etc. Su mente lujuriosa es incapaz de darse cuenta que el acto religioso ha empezado. En un momento, en que los feligreses elevan ya la voz con sus plegarias, él “despierta” de su delirio enfermizo y dándose cuenta que está ya frente al Santísimo, reacciona mientras reconoce en voz alta: Tosca, mi fai dimenticare Iddio…. “Tosca, me haces olvidar hasta Dios”.

¡Que la fuerza y la magia de la ópera te acompañe!

9 comentarios en “Mi querido Liceo, mi querida ópera, mis queridos recuerdos

  • Bravo, bravissimo Ali!!! Cuánta pasión destilan tus palabras. Visca el Liceu y brindo por estas páginas maravillosas y únicas que nadie como tú sabe describir de forma tan bella. Es un deleite leerte cada semana, conviertes en mágico cada tema que escribes y haces que el sol brille más en nuestras vidas. Un gran beso lindísima!!!!

  • Gracias a ti por estas palabras. No pretendo con mi blog nada mas que contar lo que siento y lo que vivo. Me hace muy feliz saber que puedo transmitir mis emociones. Una semana mas…. un gran beso, amigo.

  • Bravo, bravissimo Ali!!! Cuánta pasión destilan tus palabras. Visca el Liceu y brindo por estas páginas maravillosas y únicas que nadie como tú sabe describir de forma tan bella. Es un deleite leerte cada semana, conviertes en mágico cada tema que escribes y haces que el sol brille más en nuestras vidas. Un gran beso lindísima!!!!

  • Buenas Aliicia, vaya vida más intensa has vivido, en el poco tiempo que llevas en la tierra. Ya me gustaría a mi en mil años ser la mitad de artista que tú.

    Y todo lo que te queda por vivir, que son los más maravillosos años, ya sabiendo lo que quieres y donde vas.

    Este blog lo has bordado, con esa sensibilidad tuya al describir cada momento, se nota que es algo que amas, sigue así. Tu éxito está asegurado. Un beso muy grande

  • Gracias de entrada por hacerme más joven, ¡ay los años que llevo ya en la tierra ! Todos somos artistas, cada uno en lo nuestro. Yo soy incapaz de subir una montaña y para ti es, ¡pan comido!. Un besazo preciosa

  • Por un momento he pensado que esto era un adelanto de tu biografía…(No es una indirecta, eh?) He tenido la suerte de verte actuar y siempre me has dejado con la boca abierta. Me viene a la memoria todos los sacrificios que has tenido que hacer…Pero ahora, querida amiga estas recogiendo todo el fruto de tu esfuerzo, nos deleitas con tus historias y nos regalas momentos muy gratos. Sigue así. Un beso.

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