info@alicialakatosalonso.com

Mi querida Nina… ¡Gracias!

¿Quien dice que el corazón no duele y el alma no sangra?

No, mi querida Nina, no quiero ponerme triste. Tú sabes mejor que nadie el vacío físico que has dejado en mi vida. Físico porque tus enormes y bellos 40 kilos ya no estarán en la puerta esperándome cuando llegue a casa; porque tus inmensos ojos color miel ya no me miraran somnolientos, cuando por la mañana me despierte y os salude con el típico: “Buen giorno cariños”. Físico porque la calle ya no será la misma si no puedo ir paseando contigo. Físico porque ya no podré achucharte y decirte: “Ay que me llenas de pelos…”

Esa parte física es la que duele. ¿Sabes? La de la ausencia, la de la falta de contacto. Esa es la parte que más desgarra y que te hace sentir  un vértigo en el estómago al pensar: No podré superarlo.

Pero sé que hay otra parte que nada ni nadie puede destruir, porque se ha quedado grabada a fuego en mi corazón: los recuerdos de la vida compartida.

Te lo he estado diciendo estos últimos días, tan difíciles, porque necesitaba que escucharas en voz alta lo que, quizás, yo daba por sentado que sabías: “Te quiero mucho, y perdóname por ser una humana, con todo lo malo que ello comporta”.

No hemos podido estar demasiado tiempo juntas. Dos años y medio que se me han hecho cortos. Sé que has sido feliz; que has tenido paz, tranquilidad, amor y compañía. Sé que has estado a gusto conmigo, porque cada vez que se encontraban nuestras miradas movías con parsimonia tu enorme rabo, que jamás conseguí que levantaras.

He tratado, por todos los medios, que dejaras atrás tus miedos, pero dentro de ti anidaban tantas malas experiencias que te ha sido imposible olvidarlas. He intentado protegerte de todo lo que sabía que te asustaba, pero cómo luchar con una simple hojita que cae de un árbol, o unos niños que corren alrededor…

Ninona… aunque tú no te lo creas, porque tu timidez te ha impedido darte cuenta de todo lo que valías, has dejado a muchísima gente queriéndote. Nadie que te haya conocido ha podido dejar de sucumbir a tu halo de bondad. Esa limpia mirada llena de lealtad y de ansia de cariño, ha calado en todos los corazones con los que te has ido encontrando a lo largo de tu vida. Sé que ha habido gente que te ha hecho daño, pero esas son alimañas que, estoy convencida, se encontrarán más, tarde o más temprano, con su castigo.

Has tenido dos hadas madrinas que te han adorado  desde el mismo momento en que te vieron. Mónica, para quien siempre serás su “Rubia sevillana”, y Eulalia, a quien la palabra “Preciosa” irá unida para siempre a tu nombre.

Maià anda muy despistada y, aunque no os hacíais excesivo caso, te encuentra mucho a faltar. Tendré que darle doble ración de besos.

Ni niña grandota, como he dicho siempre cuando han partido seres a los que quería… Tú no te has ido, simplemente vas por delante mío en el camino que todos tenemos que recorrer. Espérame,  ya libre; sin miedos, y con el rabo bien alto. Todo mi amor.

3 comentarios en “Mi querida Nina… ¡Gracias!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *