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¡Manos arriba, esto es un atraco!

Ante todo quiero hacer mi pequeño homenaje al hombre que ha conseguido agotar en estas últimas horas, todos los adjetivos calificativos, aprobados o no, en la Real Academia de la Lengua, a través de todos los medios de comunicación, y en todas las conversaciones de los españolitos de a pié.

¿Qué viñeta estará preparando allá donde hayan tenido la suerte de recibirlo? Gracias Antonio Fraguas por arrancarnos una sonrisa cada día.

Dicho esto… como buena pre-jubileta, estoy ahora en esa fase de la puesta a punto: léase visitas a todos los “ólogos”  que he ido dejando por falta de tiempo: reumatólogo, oftalmólogo, dermatólogo, etc,etc. Y como no, hay que hacer la visita de rigor al estomatólogo, más vulgarmente llamado dentista. ¡Dios, aquí ya lo pelos de punta!

¿Quién es el guapo/guapa que puede afirmar que ella/el, portavoz/portavoza…¡No, aquí no va eso ahora!, no se asusta, o al menos no se le encoge el ombligo cuando está en la salita de espera de un dentista?

¡Ah! ese sudor frío, ese intento de respiración de yoga que en casa nos sale tan bien pero que aquí somos incapaces de hacerlo; ese querer leer una revista (normalmente atrasada), aunque es lo de menos porque tampoco nos vamos a enterar de nada; ese medio estúpido consuelo de ver a las otras personas que van por delante, y que están sentadas esperando, igual de atacadas, a que una voz femenina lance al viento su nombre…

Pero el problema del dentista no es solo ese sufrimiento psíquico y a veces físico que, quieras o no, en un par de horas ya se ha pasado, si no en la sangría a tu economía que viene detrás.

Los precios de los dentistas son un auténtico robo a mano armada, y todos acabamos pagando y callando. Lo tenemos asumido y nos resignamos ¿Por qué?

Si cuando nos hacen una analítica, o un tac, o una resonancia (pruebas carísimas), o hasta una operación a corazón abierto, ni la Seguridad Social ni ninguna mutua de la que seamos socios nos exige pagar nada extra, ¿por qué esa misma mutua nos exige pagar un dineral cuando se trata de la dentadura?

¿Quién se beneficia de los préstamos que hay que pedir al banco, o de las financiaciones que, sin coste alguno ¿¿¿¿??? te ofrecen amablemente, en cuanto ven que te estás quedando lívido al escuchar el presupuesto?

¿Por qué ahora cada vez que te falta una pieza hay que sustituirla por un implante? ¿Dónde están los puentes de toda la vida que se colocaban con un hierrito al cada lado de la pieza a colocar?

Cada implante (cada pieza), aparte de todo el proceso traumático que supone para el sufrido paciente, no baja de 1000 euros ( y aquí me quedo más que corta) ¿Estamos locos?

Así que cada vez se ven más personas con huecos en las bocas, incapaces de rellenarlos, porque si lo hacen, lo que no se les rellena es el estómago de ellos o de sus hijos.

Y ese es otro tema… Ahora, por lo visto, todos los niños tienen las dentaduras deformadas y necesitan con urgencia una ortodoncia, o brackets, que queda mejor. ¿Precios? ¡Indecentes!

Y esto… ¿quién lo regula? ¿Ha habido algún debate político para intentar frenar esta escalada  de abusos? ¿Quién defiende el derecho del pobre e imperfecto ser humano para poder comer y sonreír sin arruinarse?

¿Por qué no salimos todos a la calle para protestar? ¡Ah! claro, porque eso es cosa de los jubilados. Seguro que ellos, si se lo proponen, ya no solo cortan en cordón policial del Congreso, si no que se colocan en el Palacio de la Zarzuela mientras la familia real se come tan ricamente una calentita sopa!

¡País!  

2 comentarios en “¡Manos arriba, esto es un atraco!

  • Si el gran Antonio Fraguas que involuntariamente nos ha dejado, suerte que de el quedan un montón de buenas viñetas llenas de ese humor que sólo forges sabía hacer.
    Referents a los dentistas, tienes mucha razón ir al dentista tarde o temprano sale caro, lo que yo me pregunto es ¿por qué la seguridad social considera un lujo los implantés, puentes, empastes etc.? Tengo entendido que una boca sana evita enfermedades mayores. He ahí el gran misterio, yo no tengo ni idea….

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