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Mamá, mañana hubieras cumplido ¡90 años!

¿Por qué no escribo ésto mañana? porque posiblemente mañana no tenga ganas de escribir.

No quiero tristezas, ni melancolías, ni recuerdos dolorosos, ni sentimientos que te aprieten el corazón. ¡Estamos de cumpleaños!

Aunque mamá, no sé si te haría mucha gracia que una y otra vez te dijeran: ¡Uh Alicia, 90 años ya….., pues qué bien los lleva! jaja,ja, con lo presumida que tú eras.

Fíjate que uno de los recuerdos que siempre tengo de ti, es que no salías jamás a la calle, aunque solamente tuvieras que ir a la esquina a comprar el pan o al supermercado, sin pintarte los labios y sin ponerte tus cremas y tu colonia. Bueno, perdón… tu perfume.

¡Uno de los recuerdos…! es que ¡hay tantos!  Yo también me estoy haciendo mayor, no te creas. Aquel renacuajo que nació con ocho meses y casi a punto de morirse y que nadie daba por él ni media peseta (tú seguro que sí) se agarró a la vida como a un clavo ardiendo.  Y mira, que bien me he desarrollado.

Esta foto la encontré el otro día. No me acordaba de ella. ¡Vaya personaje! Pensar que yo alguna vez fui un bebé. ¡Qué cosas!

Recuerdos de toda una vida. Siempre juntas. Yo siempre pegada, a ti. Era como una especie de lapita agarrada de tu mano, no fuera que te escaparas…. Me acuerdo que cuando a veces íbamos por la calle y te miraba, pensaba: “mi madre es  la madre más guapa del mundo”. Y es que ¿qué madre no es la más guapa del mundo?

Tuviste una personalidad arrolladora. Llevabas algo en la sangre, como casi toda nuestra familia, que te hacía diferente.

Fuiste una locutora de radio extraordinaria. ¡Cuántas horas te pasaste en aquella emisora de Logroño! (Radio Rioja – EAJ18). Allí hiciste,  desde entrevistas a todas las grandes figuras que llegaban continuamente con sus Compañías (Logroño siempre ha tenido una enorme afición al teatro y a la música), hasta novelas radiadas en donde tú eras la Doña Inés del Tenorio, hasta informar de cómo estaba el mundo en aquel momento……, hasta hacer anuncios y ¡cómo no!, a leer las cientos de dedicatorias que cada día salían a las ondas en los programas de discos dedicados.

Fuiste una mujer cultísima. Como tantas y tantas de tu generación, acabaste cómo pudiste tus estudios más elementales, y sin embargo, los conocimientos que adquiriste gracias a tu afición a la lectura, a los millones de crucigramas que jamás se te resistían, a la música o a la literatura, hacían que siempre tuvieras la respuesta a mis preguntas: “¿quién ha escrito esta novela?…… ¿de quién es esta ópera?…..”

¡Ah, la ópera! Tenías una voz preciosa de soprano. Hubieras podido llegar muy lejos porque hubo gente muy importante que apostó por ti, pero…. te encontraste con la típica mentalidad de:  “La nena canta muy bien, pero en casa, que el mundo de la farándula ya se sabe cómo es….”

¡Qué lástima! Quizás por eso apostaste por mí y te entusiasmaste cuando te dije, como en aquella función de teatro: “Mamá quiero ser artista. Mamá, quiero cantar”.

Jamás se me olvidarán las noches y noches y noches en que mi pobre hermana se iba harta y aburrida a la cama, mientras tú y yo nos pasábamos las horas después de cenar hablando de óperas: Verdi, Puccini, La Traviata, Tosca, Carmen… Una de nuestras mayores diversiones era cantar un fragmento (en voz bajita, claro) de Aída. Acabábamos siempre riéndonos como dos bobas….

Tú, que eras una gran fumadora, dejaste el tabaco de la noche a la mañana porque me podía perjudicar. Creo que nunca te lo agradecí.

Me hubiera gustado que mi nombre te hubiera enorgullecido al verlo publicado en los mejores teatros del mundo, pero… ¡no pudo ser!  ¡Lo siento! Seguramente mi ilusión era más buena que mi voz.

Me gusta recordarte siempre con tus pantalones. Tendría que buscar mucho entre las cientos de fotografías que están aguardando que un día me decida a ordenarlas (cuando me jubile)  para encontrar alguna en la que llevaras falda o vestido. Tú siempre cómoda, como decías.  ¡Di que sí!

¿Sabes qué, mama? que cada día me parezco más a ti. No por lo de los pantalones, que también; hay veces que mis amigos me dicen: “ ¿tú tienes piernas?”, ja,ja,ja, sino por las expresiones, por la forma de hablar, de gesticular, de reírme….. Muchas veces al oírme te estoy oyendo a ti y en más de una ocasión al mirarme en el espejo te he visto a ti. Claro que ya dice el refrán (ves, hasta en eso nos parecemos, ¡refraneras!) “A quien a los suyos se parece, honra merece….!

Pero lejos de producirme tristeza, me hace esbozar una sonrisa. Cuando repito alguna de tus frases pienso: “ Mira, como mamá”.

Como también sonrío cuando me acuerdo de tu locura por los dulces, mejor dicho por el chocolate. Te cambiaba la cara cuando veías el brillo del envoltorio de un bombón.

Y eras de buen comer, sí señor, no hacías ascos a nada. Igual te comías entusiasmada unas patatas a la riojana que una langosta.

¡Y como cocinabas…..! Nunca te diste importancia de nada. Así como hay gente (muchísima gente),  que cada vez que hace un huevo frito hay que revolcarse por el suelo y asegurar una y otra vez que ni en Casa Lucio han comido otro mejor, tu jamás encontrabas que habías hecho nada fuera de lo normal. Ahí mi hermana te sigue de cerca. ¡Qué bien cocina también ella! y como tú, parece que el hacer una extraordinaria paella en la que no queda ni medio granito de arroz en la paellera, sea lo más normal del mundo… ¡Que me lo digan a mí, que me sacan del microondas y no sé por dónde tirar, ja,ja,ja, pero…porque no me pongo ¿eh? que si no…….. ¿Por qué todas las madres cocináis tan bien?

¡Son tantas las imágenes que se me vienen a la mente! ¡Tantos los momentos que se están agolpando en mi cabeza y que se empujan por salir y por quedar plasmados en esta especie de tímido homenaje….!

No quiero olvidar tu afición futbolera. ¡Hey, mal dicho!, tu afición, adoración y locura por un solo equipo: EL BARÇA. Tu Barça. Culé hasta la muerte. Los domingos no había que contar contigo. Aparato de radio encima de la mesa y auriculares para que, al menos yo, pobre mortal que no le gusta el futbol, pudiera estar viendo en el comedor alguna película. Pero claro…. como iba a ver ninguna película si cuando menos me lo esperaba, un grito me hacía dar un bote que casi me caía del sofá. Porque eso sí, eras una aficionada de las “calientes”. Gritabas, saltabas, protestabas, te acordabas de las familias de más de un árbitro o jugador contrario…

Eras una gran entendida en este deporte y quizás por eso, te desesperabas cuando, si veía un partido por la tele contigo, te preguntaba por millonésima vez: “¿qué es un fuera de juego?, ja,ja,ja,

Una de las mayores penas que tengo (aunque ya he dicho que hoy nada de melancolías) es que no pudiste disfrutar del éxito sin precedentes del Barça. Ojalá hubieras podido “vivir” aquel 2009 en el que lo consiguieron absolutamente todo. Tú todavía estabas con nosotros, pero tu mente ya volaba muy lejos del Camp Nou.

Lo que sí me da rabia es que no hayas llegado a disfrutar de mi aventura literaria. Siempre me animaste a escribir y me decías que lo hacía muy bien. Tú también escribías de maravilla, como mi hermana, como los abuelos, como los tíos…… 

“Maià y Capi” y  a puntito ya de salir “El Cascabel” ¿Quién nos inculcó el amor a los animales? Tu pasión, sobretodo por los perros, era conocida por todo el mundo. Mejor que no te encontraras con un perro perdido por la calle porque ya éramos uno más. Yo creo que un trocito de tu vida se fue yendo con cada uno de ellos. Pero ahora, seguro que estás rodeada por todos y eres la mujer más feliz del mundo.

A ti, mama, te deseo un maravilloso cumpleaños. Sé que estás bien porque lo noto, porque no tengo angustia cuando pienso en ti. Estoy convencida que mañana armareis una buena juerga. ¡Si estás con todos los que siempre has querido! Hay más allá que aquí. Dales un beso a todos: a los abuelos, a la tata, a los tíos (seguro Fernando y Moli te están preparando alguna)…… 

Mañana Nuri y yo también lo celebraremos. Va a hacer una comida de esas de chuparse los dedos.

Guapa…. que no es que no estés, es que simplemente, te has ido antes. Te quiero.

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