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Los abuelos: ¿canguros voluntarios?

Ya sabéis que me gusta compartir mis vivencias con vosotros. Os contaré tres casos de “abuelos canguros” con los que me encuentro, cada día, cuando salgo a pasear con mis perras, a primerísima hora de la mañana (para algunos todavía madrugada).

Desde hace casi tres años, sobre las 6:40 AM, veo de lejos un matrimonio de unos 65 años. Vienen caminando con paso lento. Nos solemos cruzar por el mismo sitio. Se les ve con más apariencia de entorno rural que de ciudad. En los días en que el termómetro marca  2 o 3 grados, ella va siempre cogida del brazo de su marido, con un gran bolso, gorro, bufanda tapándole hasta los ojos, guantes y una cara de mucho frio y mucho sueño. Él va un poco más ligero de ropa pero con la misma cara de sueño. Al principio yo calculaba: «Para encontrármelos a esta hora, ¿cuándo se han debido levantar? Mínimo a las 6». Un día que tenía fiesta los vi, sobre las 9 de la mañana, acompañando a un niño pequeño hasta la puerta del colegio.

Llevo más de un mes observando a otra pareja de abuelos (estos un pelín más jóvenes), que esperan en una esquina (bien abrigados)  la llegada de un coche. De él bajan los padres con dos niños pequeños y sus respectivos juguetes. ¡Hasta un patín! Cuando el coche se va y la mamá saca la cabeza por la ventanilla para lanzar un último: ¡Adioooooos cariños! los abuelos se meten en una casa próxima.

Y el otro caso es en una plaza por donde también realizo el paseo matutino: Un coche aparca, casi en la misma puerta, baja un chico al que recibe la madre que ya está en el portal, bien enfundada en su bata, y recoge a otro pequeño también con sus consabidos juguetes y bolsas.

Todos son ejemplos de abuelos canguros. Pero de abuelos canguros que, quizás, estarían soñando con la jubilación para poder levantarse a la hora que quisieran (que para eso se habían pasado media vida madrugando), o para ir más relajados o, simplemente,   para tomarse la vida con más tranquilidad.

¿En qué fatídico momento les dijeron a los hijos: “Si nos necesitáis…….?” O en qué ocasión, presos de una enajenación mental transitoria, les comentaron: “No vais a pagar un canguro para que os lleven a los chiquillos al colegio. Para eso estamos nosotros……..” ¿Habló la abuela en nombre del abuelo? ¿El abuelo el nombre de la abuela? ¿Estaban de acuerdo los dos? ¿Se vieron obligados?

Es extraordinario tener hijos y es extraordinario tener un trabajo pero, ¿qué culpa tienen los abuelos?

Yo jamás podré ponerme en su piel,  pero mi puñetero defecto de empatizar con todo el mundo, me hace pensar en la inmensa responsabilidad que les cae encima a estas personas. Ya no tienen ni los reflejos, ni la elasticidad, ni la salud, ni posiblemente las ganas, de cuando tenían cuarenta años menos. 

Seguro que la mayoría de ellos lo lleva con gran naturalidad y sin excesivas preocupaciones, pero habrá otros que sufrirán, y mucho, porque un niño es imprevisible y porque, a fin de cuentas, quienes los educan son sus padres.

A mí me gustaría que esta “necesidad” de padres que tienen algunos hijos, y ese encontrarlos tan válidos y tan maravillosos, les durase toda la vida.

Por desgracia, dado este mundo de vorágine, de prisas y de egoísmo, cada vez escuchamos más frases de auto convencimiento como: “¡Qué más quisiera yo que tener tiempo para ir a verlos,  pero es que no puedo…..”

Y es que, esos impagables abuelos canguros, valen….. ¡mientras valen!

Sé que para todos ellos (los que les obligan a ejercer y los que lo hacen libremente), los nietos son la mayor de las bendiciones. Solo tengo que observar la cara de mi prima Maria Fernanda, o de mi amiga Yolanda, o de tantos otros amigos (cada vez mas).   

Pero que disfruten de esos nietos yendo a buscarlos al colegio un día, o cuando  se los traigan a casa, o cuando se los queden toda una noche para que sus padres, ¡por fin!, puedan ir a cenar y a celebrar su aniversario de boda (seguro que será una noche mágica). O cuando se los dejen unas mini-vacaciones, porque ellos quieran, y estén esperando ilusionados poder dedicarles todo su tiempo y empaparse de ellos: de su alegría y de su vida.


Desde aquí, desde este pequeño rincón, cada vez con más habitantes, rindo mi mayor homenaje, con toda mi admiración y mi cariño, a esos seres que llevan toda la vida dándolo todo. La figura de los abuelos queda grabada a fuego en la memoria del niño. Con ellos se consigue muchas veces, esa complicidad que con los padres es más difícil.

Aunque los abuelos no sepan inglés y les cueste relacionarse con las nuevas tecnologías, tienen una sabiduría que, de mayor, te arrepientes de no haberla aprovechado al máximo.

A mis queridos abuelos Rosita y Venancio. Me gustaría tener una varita mágica para poder retroceder en el tiempo y daros ese beso que, seguramente, porque creí que ibais a ser eternos, no os di. 

9 comentarios en “Los abuelos: ¿canguros voluntarios?

  • …y encima, muchas veces lo único que reciben son críticas porque los malcrían y "se lo permiten todo" "y a mí no me perdonabas ni una"…Y es que el papel de los padres no se puede subrogar. Lo que más valoran los hijos es que estés con ellos, juegues y participes de su mundo…

    A mí me entristece ver a tantos niños con smartphone, ordenador, cónsola…que hace que se encierren en habitación "y no molesten".

    ¿Dónde están los juegos de mesa, los puzzles, cocinar juntos, salir de pesca o pasear por el bosque…?.

    Magnífico relato Alicia, lo bordas cada semana y tienes una legión de admiradoras (Yolanda, Marisa, …) que me tenéis todas enganchado cada semana con vuestros acertados / divertidos / inteligentísimos comentarios.

    Un beso muy grande, amiga, y un abrazo muy fuerte a todos estos abuelos que hacen con todo su esfuerzo, sin quejarse, sin nada a cambio y muchas veces como si fuera su obligación, el papel de abuelos…¡y el de padres también!

  • Es verdad Francesc, estan un poco siempre en la cuerda floja. ¿Como actuar con los nietos? ¿Qué decirles y qué no decirles….? Es una época muy difícil para todos. No sé si es un problema solo de las grandes ciudades. Muchas gracias por tus comentarios y por ser miembro de honor de esta familia bloguera. Un beso

  • Esta semana apuestas alto, querida amiga. El fantástico mundo de los abuelos. Sin lugar a dudas ser abuelo debe producir una enorme alegría, yo soy tiaabuela "tiabuena" para los niños y estoy que no quepo en mi jajaj, eso si, sin presiones, y digo la presión porque es cierto que muchos, de ellos, se sienten mal si no ayudan, pero yo creo que se sienten peor si lo hacen, cuando digo esto es porque tengo, por lo menos de momento, un sentido diferente de ese título.
    En fin creo que los iaios/iaias están para echar una mano de vez en cuando y para casos muy concretos, no para el día a día, sobre todo si tienen una edad avanzada. Para acabar y por no extenderme en este complejo avatar, diré que estos mayores son como Santa Bárbara, que los hijos solo se cuerdan de ellos cuando truena!!! No todos por supuesto.

    Gracias, de nuevo, por tu escrito y por acordarte de estas personas tan importantes y claves en nuestras vidas.

  • Tu eres una maravillosa "tiabuena" pero tambien has ido a dar con unos sobrinos responsables que saben que los hijos que han traido al mundo, con toda la ilusión, es una decisión suya. Me encante leer tus comentarios cada semana y, como le decia a Francesc, ya eres un miembro imprescindible de este blog. Un beso grande

  • Bonito relato, como siempre, Alicia. Hasta tal punto que me has hecho recordar la historia de mi madre con mi hija mayor, Aïda.

    Mi padre murió hará unos 9 años. Los últimos 2 años, aproximadamente, su salud se había deteriorado bastante, por lo que mi madre pasó, de ser su mujer, a ser su mujer, su enfermera, su secretaria… su apoyo. El dependía de ella, pero ella también dependía de él. En este tiempo no pudimos acudir muchas veces a estos abuelos (a los otros nunca), por lo que nos apañábamos mi mujer y yo como podíamos.

    Un domingo mi padre se fue. Automáticamente, mi madre nos dijo que ella iría el mismo siguiente viernes (el día más complicado para nosotros, por el solape de horarios de trabajo) a buscar a Aïda a la guardería.

    A partir de ahí, mi madre cambió una relación de dependencia por otra. Si la niña estaba enferma, traedmela toda la semana, que haga limpio. Si tenéis algún problema, ya me encargo yo de la niña. La relación entre Aïda y mi madre era conocida en todo el pueblo.

    Llegó el momento en que nos compramos el piso en Esplugues (hasta entonces, habíamos vivido en Sant Joan Despí, a unos 200 metros de mis padres). El desespero de mi madre fue tal, por que nos fuéramos y no tuviera tanto a su Aïda, que al final le di el encargo que todos los viernes fuera a buscar a la niña a la guardería (como hacía hasta entonces) y además se la quedara a dormir con ella, y nosotros bajaríamos a buscarla el sábado al mediodía, con lo que comeríamos los cuatro juntos. A mi madre se le arregló el semblante.

    Así fuimos haciendo durante un tiempo más. Pero un sábado, recibí una llamada de teléfono. Me informaron que la policía estaba hablando con mi hija a través de la puerta de casa de mi madre (mi hija contaba entonces 5 años). No hace falta que te explique más…

    Si mi madre no hubiera tenido a mi hija, su nieta, pongo la mano al fuego que se habría ido detrás de mi padre, de pena. Por eso siempre digo que mi hija mantuvo a su abuela con vida durante casi 3 años, e incluso estuvo con ella en su último adiós, ya que murió durmiendo en la misma cama que Aïda.

    En fin, simplemente un bonito relato me ha recordado otro.

    Muchas gracias, Alicia.

  • Bonito y tierno relato, Alicia, como siempre. Te felicito así como a todos los que cada semana te siguen, me gusta leer sus inteligentes comentarios ya que complementan tus escritos de maravilla.

    Las relaciones entre nietos y abuelos ha cambiado, ahora son como unos segundos padres, canguros, educadores… Unas obligaciones un poco raras que muchas veces las aceptan con cariño, pero que se les ve que cada día les cuestan más, pero que a la vez le dan un plus de vitalidad que a muchos nos falta. Lo noto cuando por ejemplo veo a mi cuñada con su nieta y me dice que se pasa toda la tarde jugando en el suelo con ella, yo alucino, o a mis amigos de Córdoba que hacen más de 200 kilómetros a Granada para ver o atender a sus nietas, ahí se demuestra el vinculo que se van creando entre niet@s y abuel@s, son algunos ejemplos que te hacen pensar: ¿Tú serás capaz algún día de llegar a este punto?, ya que aunque me queda lejano, pienso: yo quiero disfrutar y no tener esas “obligaciones”, “que lo cuiden sus padres”, “yo de visita y ya está”. Ya veremos….

    Felicito a todos estos abuelos que cada día cuidan y disfrutan de sus nietos sin pedir nada a cambio, nada más que una sonrisa por parte de ellos.

  • Es maravilloso lo que nos has contado, como diría el título de aquella pelicula:La fuerza del cariño. Ese cariño que hace superar todas las barreras por mas duras que sean. Seguro que cuando llegue el momento tu serás un abuelo extraordinario. ¿Qué lo ves lejos……? Ya se irá acercando…. Un gran beso

  • Y es que es eso…. cuando los abuelos quieran. Ellos seguro que se sacrificaran mucho más de lo que se les pida, pero que no tengan que hipotecar su vida por lo que tendria que ser responsabilidad de los hijos. Gracias Yolanda una semana más por estar ahí. Un beso

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