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La era de los orgasmos fingidos

No, no voy a hablar de sexo. ¡Ah!, que entonces ¿ya no te interesa? ¡Pues vale! ¡Adiós!

¿Qué es un orgasmo fingido? y ¿quién no lo ha hecho alguna vez? ¿Tú nunca? ¡Ja! Lo que ocurre es que, ¿quién es el valiente que abiertamente reconoce…?: “ Pues sí, yo lo he fingido porque…. 

  • Me estaba aburriendo.
  • Porque cada vez me estaba quedando más frío/a y estaba a punto ya de la hipotermia.
  • Porque tenía sueño y veía que aquello no acababa nunca y al día siguiente había que madrugar.
  •  Porque me pesaba ya ese señor/señora encima mío sin parar de “galopar” a los John Wayne…

Sí que es cierto que en este asunto las mujeres, cosa rara, tenemos más ventaja. No porque seamos mejores actrices,  si no porque, fisiológicamente lo tenemos más sencillo. Ningún hombre puede asegurar categóricamente, que a él jamás “se la han jugado”

Pero bien, no nos vayamos del tema, ¿a qué llamamos fingir un orgasmo? Lo más  sencillo es decir: a simular un enorme placer, quizás exagerándolo en exceso, para que la otra persona, a la que realmente va dirigido este fingimiento (porque fingir para  uno mismo sería la cosa más estúpida del mundo), sienta la enorme satisfacción de saber que, con sus artes y hechos, ha conseguido medio transportarte a la novena galaxia, aunque no te hayas movido de Sajazarra (pueblo, por otra parte precioso,  de la Rioja).

Normalmente se fingen los orgasmos con las personas a las que apreciamos. Nos dan penita que se estén esforzando tanto…¡pa ná!  Si fueran personas a las que les tenemos antipatía o nos caen gordas, no lo haríamos. Al contrario, nos encantaría poder decirles, con voz muy suave, eso sí: “Chico, déjalo, no sigas, porque me da más placer cortarme las uñas de los pies”. ¡Hala, vaya chasco!

Y os preguntareis ¿y por qué ha dicho esta mujer que la publicación no era de sexo, perdiendo de esta forma a un fantástico lector en potencia?, pues porque no lo es. Lo que pasa es que he querido crear un clímax (ja,ja,ja,) para llevaros al auténtico significado del título.

¿No os habéis dado cuenta que, cada vez más, la gente necesita saber que ha provocado en nosotros un espectacular orgasmo?

¿Qué cada vez nos encontramos con más personas que esperan escuchar nuestros suspiros de placer, nuestros gritos de entusiasmo o nuestras alabanzas a sus increíbles hazañas?

Cada vez más, el ser humano necesita escuchar ese….. “¡Ah sí, eres maravilloso; Como tú no hay nadie; Eres increíble; Nadie lo hace como tú……” ¡TÚ, TÚ, TÚ!

Y no como resultado de ninguna técnica amatoria, si no en las cosas más mundanas y corrientes.

Estamos viviendo en un mundo profundamente marcado por la falta de autoestima.

Hay sobretodo unas generaciones, yo dirían a partir de los cuarenta,  que están ávidas  de palmaditas en la espalda. Que necesitan, como el aire que respiran esa confirmación continua de que lo están haciendo bien, de que son valiosas, de que son las más graciosas de la fiesta, de que son las que mejor trabajan, de que la empresa sin ellas, ¿dónde estaría ya?, de que necesitarían “veinticinco”  horas al  día para……

Quizás son generaciones que vienen de unas familias que han tenido que luchar mucho, que han pasado por momentos muy duros y que, «en el tirar para adelante de la vida», las alabanzas y los ¡qué guapo eres!, han quedado en un segundo plano. Padres y madres que quisieron igual,  pero sin aplausos.

La generación de ahora es totalmente diferente. Se ha criado con las series americanas y con el“te quiero” a todas horas, pegue o no pegue.

-Me voy a comprar unas cervezas: Vale  cariño, te quiero.

-Estoy con los amigos en un banco de la plaza tomándomelas: Vale mi vida, te quiero.

-Me vuelvo a comprar más cervezas: Vale tesoro, te quiero.

Esa generación ha subido con el “te quiero” en la espalda y seguramente ya no necesitará que le den tantas palmadas.

¿Vais encontrando más sentido al título? Venga que os lo recuerdo: «La era de los orgasmos fingidos»

Pararos a pensar cuántas veces habéis tenido que  simular uno: para poder marcharos ya de aquella interminable reunión; para acabar de una vez por todas con una soporífera conversación (casi monólogo) o para que la otra persona se quedara, por fín, contenta y satisfecha y así poder seguir tú tranquilamente con tus cosas (mucho mas interesantes, por otra parte). 

¡Eres increíble!… que paella mas extraordinaria te ha salido!  Efectivamente, tienes razón, ni los hermanos Roca lo hacen mejor (¡por favor!, ¿no nos pueden traer comida china del restaurante de abajo….?

¡Ah sí, eres maravilloso!… que bufanda tan original me has comprado por nuestro aniversario (aunque tengo otra exactamente igual y fue hace tres días).

-¡Como tú no hay nadie!…  que le has cantado las cuarenta a tu jefe y  le has dejado las cosas bien claritas de lo que pensabas de él. ¡Con dos cojones! (lástima que ya había colgado).

¡Ah qué pasada! ,  te has saltado toda la cola de coches acortando por ese callejón. Sí, sí, mi vida los demás no tienen ni idea (estupendo si el callejón hubiera tenido salida).

-¿Qué, finges o no finges? ¡Pues es lo que te decía!  Claro que ahora que pienso….., ¿es fingimiento o supervivencia?

5 comentarios en “La era de los orgasmos fingidos

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