info@alicialakatosalonso.com

¡Gloria a los Reyes Magos!

Todavía hoy, después de….tantísimos años, sigue resonando en mis oídos aquel “himno”, que cantado por unas infantiles voces, llenas de ilusión, de entusiasmo y de asombro, servía para recibir a sus Majestades los Reyes de Oriente en el teatro Bretón de los Herreros de Logroño, el día 5 de enero por la tarde.

Aun hoy, después de más de medio siglo, sigo «viéndolos» aparecer desde el fondo de la platea del precioso Teatro Bretón, justo en la media parte del espectáculo infantil, que intentaba contener los nervios y la emoción de todos los pequeños que llenábamos a rebosar el teatro. 

Entraban con majestuosidad, con sus capas de “armiño” moviéndose acompasadamente y con un inmenso halo de misterio envolviéndolos. Caminaban lentamente por el carrejo central, saludando con la mano a ambos lados, para que todos los niños, que nos habíamos quedado con la boca abierta, pudiéramos contemplarlos por fin de cerca y ver que no era un sueño, que no era una leyenda, que de verdad existían y que estaban ahí, un año más, en Logroño. ¡Pobrecitos los demás niños del mundo: se iban a quedar sin poder verlos!

Permitidme que me ponga nostálgica y que desnude mis sentimientos. La festividad de los Reyes es quizás la única fecha del año que sigue pellizcándo-me el corazón.

Permitidme que deje salir a la niña que llevo dentro. Esa niña que no me ha abandonado jamás. Esa niña a la que, reconozco, a veces he dejado un poco olvidada, o no le he hecho demasiado caso porque….¡ya era mayor! Esa niña a la que siempre vuelvo cuando estoy asustada. Esa niña de inmensos ojos negros y tímida sonrisa. 

Cuando a veces cuento a mis amigos o compañeros, que los Reyes Magos venían  a mi casa a traernos directamente los regalos, no se lo creen, hasta que les enseño, con el mismo orgullo que se enseñaría el tesoro más grande del mundo, las fotos que así lo demuestran.

Mi querido abuelo (algún día os hablaré de él, porque merece una publicación aparte. Don Venancio Alonso Ruiz….. ¡que ser tan excepional!), era una de las personas que organizaban la cabalgata de Reyes. Para mí, la cabalgata más bonita del mundo. En ella habían desfilado camellos (de verdad) y creo que alguna vez, coincidiendo con las actuaciones de algún circo que en aquel momento estaba en Logroño, hasta elefantes.

Cuando acababa la función en el Teatro y todos los niños habíamos podido fotografiar-nos con los Reyes, comenzaba la Cabalgata. 

Después de dos horas pasaba por delante de mi casa, y dos de los maravillosos cómicos/actores que habían amenizado el espectáculo y que iban en una de las carrozas, aprovechaban cinco minutos para subir a mi casa y calentarse un poco, supongo que con un poco de vino caliente o algo así. Entonces…. las noches de enero en Logroño eran heladoras. Se llamaban “Caramelo y Nandin” dos “Fernandos” maravillosos e irrepetibles, unidos a mi familia por grandes lazos de amistad y de parentesco.

A mí, he de reconocer, que me daban mucho miedo y cuando los veía entrar por la puerta, con sus caras pintadas y disfrazados, me escondía en el último rincón de mi casa. Siempre he sido muy miedica, ¡que se va a hacer!

Llegaba la hora de ir a la cama, de cerrar los ojitos y de, sobretodo, oyéramos lo que oyéramos, no levantarnos para nada. Pero antes, naturalmente, habíamos dejado comida y bebida tanto para sus Majestades como para los cansados camellos que llevaban sin parar de andar desde…..¡uf, lejísimos!

Al día siguiente….   mis abuelos, mi madre y mi tata Luisa, entraban y salían de nuestra habitación, poniéndonos a mi hermana y a mí las chaquetitas para que no cogiéramos frío, peinándonos un poco y lavándonos la cara para estar lo más presentables posibles, ante la llegada de los tres ilustres visitantes.

Y entonces… antes nuestros ojos absolutamente abiertos y nuestros pequeños corazones disparados a punto ya se salirse, iban entrando en la habitación uno por uno los tres Reyes Magos con sus regalos para nosotras. 

Melchor con su blanca barba era el que más respeto nos producía; Gaspar que…. últimamente se parecía muchísimo a nuestro tío Moli… y Baltasar tan negrito y tan simpático.

Nos preguntaban uno por uno si habíamos sido buenas, si no habíamos hecho enfadar a nuestros padres, o a nuestros abuelos… “Sí, sí, Majestad, hemos sido muy buenas”, respondíamos al unísono, con unas vocecitas casi imperceptibles por la emoción. Y ellos miraban a nuestros seres queridos y todos sonreían ante nuestra pureza y nuestra inocencia.

¿Sabéis que me esta costando mucho escribir esta publicación? Si ahora mismo me dejara llevar por toda la mezcla de sentimientos que me están rodeando, acabaría llenando el teclado de lágrimas. Lágrimas de pensar que alguna vez fui tan feliz. De darme cuenta que aquella maravillosa inocencia, que aquel candor, que aquellos latidos del corazón, han ido desapareciendo poco a poco. Se han ido quedando por los caminos de los años; los he ido enterrando, pala a pala,  con la tierra de las tonterías, de los disgustos absurdos por cosas absurdas, con la tierra de dar importancia, demasiada importancia, a tantas y tantas cosas que no lo merecían, pero que me han hecho perder ¡tanta energía y tanta vida…!

Mi niña me mira un poco asustada: sé que no le gusta verme así. Ella es feliz cuando yo canturreo, o me río, o bailo sola por casa, o me entra el subidón al escuchar a alguien que me dice: «que libro tan bonito has escrito, me encanta…..»

Que los niños sigan soñando con sus maravillosas «Majestades». No nos empeñemos en hacerlos mayores tan pronto, quitándoles esa ilusión. No es engañarlos, es dejarlos vivir por unos momentos, un mundo de magia que nunca mas volverán a vivir.

Vamos a conseguir que todos los pequeños tengan sus juguetes también este año. Hay cientos de campañas destinadas a ello.  Si todavia no has colaborado con ninguna, estás a tiempo. No hay nada más extraordinario que la sonrisa de un niño.

Y que los mayores también lo hagamos y regalemos a los que queremos, aunque no sea mas que una cajita de los chinos, que luego no se sabe dónde meterla pero ¡es igual! 

De parte de mi “niña” para todos vuestros “niños” y “niñas”, que tengáis una maravillosa noche de Reyes y un maravilloso despertar.

4 comentarios en “¡Gloria a los Reyes Magos!

  • Anónimo

    Los mismos ojos, Alicia! Me recuerda mis mismas experiencias, también me dejaban los regalos los Reyes de carne y hueso, a través de la ventana de la habitación. Muchas emociones, ya lo creo. Un abrazo.
    Gloria

  • Que recuerdos!!! Era tanta la inocéncia que vibrabamos de emoción con la llegada de los tres Magos Sabios. Recuerdo con mucho cariño y nostálgia aquella época. Pero como todo, se acabó, no estaría bien que creyeramos como entonces. He de decir que, la noche más Mágica de año sigo emocionándome y esmerándome para que al día siguiente haya un poco de emoción al abrir un regalo de los que han dejado.

    Desde hace unos años, mi hija tomo la iniciativa de participar en una de las campañas para que todos los niños tengan un juguete, cada año recibe una carta escrita por una niña/niño, con lo que le pide a los Reyes. Os asseguro que es precioso saber que con un poco, podemos arrancar una sonrisa inocente.
    La ilusión forma una parte importante de la vida.
    Alícia, en el fondo todos somos niños/niñas, no tengo ninguna duda.

    FELICES REYES!!!. ??????

  • Sin duda es la noche más mágica del año, en el pasado porque con nuestra inocencia eramos los verdaderos protagonistas de ella y ahora intentamos en la medida de lo posible que lo sean los más pequeños.
    Sus Majestades de Oriente, que grandes y mágicos, da gusto ver la cara inocente de esos pequeños y, porque no la de los mayores recordando la niñez. Es maravilloso poder dar ilusión… a los pequeños y también a los mayores.

Responder a Unknown Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *