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En un rincón del alma

Querido Alberto, supongo que la tristeza de dejar, por ahora, a tus seres queridos “acá”, se verá aliviada por el reencuentro que habrás tenido con todos los maravillosos seres a los que fuiste arropando con tu música, a lo largo de tus 79 años.

Estoy segura que el beso que te habrá dado tu «Abuelo», llevará el aroma a la tierra mojada de su amada Galicia.

Estoy segura que el abrazo de aquel “Amigo que se fue”, dejándote un irreemplazable espacio vacío, habrá sido tan intenso  que el cielo se habrá llenado de estrellas emocionadas, que habrán aplaudido como enloquecidas fans.

Estoy segura que “Callejero”, al ver aparecer tu impresionante figura, habrá dejado de jugar con la libertad, y te habrá llenado de lametones, las manos que tanto le acariciaron.

Estoy segura que el “Rincón de tu alma” que quedó empapado del dolor de la soledad y el abandono, se habrá llenado de «Rosas», como las que mandabas a tu amada, cada día, para aliviar la tristeza de la distancia.

Estoy segura que allá donde estés, te llegará la dulce sombra del “Árbol” que plantaste de niño, junto a tu madre, y que te cogió la mano con sus ramas, y juntos crecisteis, y os hicisteis mayores.

Estoy segura que jugarás con “Castillos en el aire”, llenos de duendes, de luz y de color.

Estoy segura que, donde hayan tenido la inmensa suerte de recibirte, te habrás encontrado con tu querido “Padre”, al que un día le dijiste que ya tenías alas, y que querías volar, y te habrá apretado entre sus brazos recordándote aquella frase: “Camina siempre adelante”, sin ofender a nadie, para que nadie te ofenda.

Estoy segura que tu nombre, tu arte y tu poesía, jamás morirán.

Gracias por todas las canciones que nos has dejado, como un impagable legado, y que ya forman parte de nuestras vidas.

Gracias por esos mensajes, que si consiguiéramos hacerlos nuestros, el mundo sería el idílico lugar por el que tanto luchaste.

Gracias por tu voz; por tu manera de decir; por tu personalidad y por ser tan buena gente.

Alberto Cortez, eres de aquí y eres de allá. Eres de donde quieras ser, porque hombres como tú, son los que hacen grande a la humanidad.  

Dale un beso de mi parte a ese callejero que, aunque nunca tuvo dueño, compartió su vida con todos los que le regalaron una sonrisa.

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