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¿Dónde está la gracia de los petardos?

Hoy es San Juan. Son las doce de la mañana. Estoy en mi casa con las puertas de la terraza abiertas, intentando escribir y no puedo concentrarme. Cada dos por tres doy un bote en la silla porque en la calle continúan  tirando petardos.

Me imagino que son los que han sobrado de esta noche/madrugada,  o los que han dejado adrede apartados para seguir jodiendo a las pobres personas a las que el estallido, sin más ni más, de un cacharro de estos, hace que se nos dispare el corazón.

Tal vez la sensación de ser tú quien controlas cuándo vas a provocar un ruido ensordecedor que va a asustar a todo el que pase por tu lado, produce una emoción incomparable.

A mí me encantan los fuegos artificiales, me emocionan las bengalas y cuando era niña he jugado muchísimo con aquellas tiras de pequeños petarditos que rascabas en la pared y hacías círculos con el brazo mientras iban explotando en una pequeña e inofensiva traca.

He tenido que aguantar, porque no me queda otra, que esta pasada noche de verbena la gente haya salido a la calle y durante tres horas hayan estado encendiendo todo tipo de artilugios. 

Entiendo que son fiestas y tradiciones, pero…. un ratito ¿vale?

Todo lo que sea provocar un estruendo a las cuatro, las cinco o las seis de la madrugada en lugares rodeados de casas, en donde se supone que habitan personas que, quizás…. quieran descansar, sabiendo el sobresalto terrible que les vas a dar, se llama de dos maneras (podrían ser mas): falta de respeto e incivismo o lo que es lo mismo: «Gamberrismo».

Y ya no hablemos de otras consecuencias colaterales como el colapso en urgencias para atender quemaduras y hasta amputaciones  de dedos, (hoy los noticiarios han dicho que casi la mitad de los atendidos ayer eran menores).

Y naturalmente, no nos olvidemos de la situación de pánico horroroso por la que tienen que pasar miles de animales. La noche donde más  mascotas mueren (por ataques al corazón)  o se escapan aterrorizadas.

¿Por qué algunas diversiones tienen que basarse en fastidiar al prójimo

Para esta noche hay celebraciones muy llamativas y especiales, como las mismas hogueras, el pisado de las brasas, las  bajadas de troncos encendidos, el baño en playa para tener suerte durante el año, las cocas…

El escándalo y desinhibición suelen ir de la mano del alcohol. ¿Cuántas personas habrán llegado hoy a sus casas con una borrachera de la que todavía ahora no se habrán podido despegar?

Como desde ayer a las seis de la tarde la pobre  y aterrorizada Nina no había hecho pipí  (la intenté bajar a las 10 de la noche y fue imposible hacerla salir del portal), esta mañana a las seis y cuarto me he despertado y en un cuarto de hora estábamos en la calle.

Lógicamente me he ido encontrando con los que regresaban de las verbenas. Algunos venían con cara de sueño o de cansancio, otros en plan patosillos dándole la paliza al amigo de turno, y otros, sobretodo chicas, que no sabían ni por donde caminaban.

Me he cruzado con tres crías que no debían tener más de dieciséis o diecisiete años. Vestidas de forma…. no sabría muy bien como describirlo; dejémoslo en: «provocativa». Dos de ellas iban sosteniendo a una tercera que literalmente se iba cayendo. Cuando he pasado por su lado se me han quedado mirando, con esa mirada descentrada típica de la  embriaguez, y se han echado a reír como tres histéricas (hombre, ya sé que yo sin maquillar pierdo mucho, pero tampoco era para tanto).  Me han dado mucha pena, y me han dado mucha pena sus padres que seguro que habrán estado toda la noche en alerta.

Tal vez haya quien, leyendo este blog, piense que estoy amargada, que no sé disfrutar de la vida, que todo me molesta, y que si quiero vivir en un mundo sin ruidos y sin excesos me vaya a algún monasterio en el Tibet. ¡Puede que tengan razón! Creo que pedirle a esta sociedad que piense, solo un poquito más, en el otro es una auténtica utopía.   

Muchos besos a todos y en especial a todos los que hoy celebran su santo. 

Moltes felicitats Joan.

5 comentarios en “¿Dónde está la gracia de los petardos?

  • Pues bien he de decir que a mí los petardos no me gustan nada, pero nada. Cuando era pequeña me gustaban las bombetas, las bengalas y poca cosa más, a parte de la hoguera que se hacía en mi calle, que hace muchos años que ya no está permitido. Los petardos no estarían mal si no sonaran como auténticas bombas, cada vez que oigo esos petardazos me acuerdo de la pobre gente que está en guerra, no lo puedo evitar y todavía me gustan menos. No sé si estoy acostumbrada o en mi barrio, sobre las 3 de la madrugada ya no oigo nada, quizá sea que me he dormido profundamente. No se. Si que es verdad que pienso en las mascotas, perrros, gatos, conejos etc. Que los pobres se mueren de miedo y no entienden nada. En esta ciudad que tenemos playa y es tan típico bañarse la noche de Sant Joan ahoguemos los petardos en el mar.
    Espero que la Maià y la Niña no lo hayan pasado muy mal.

  • Es una noche, antes era peor, ya sé que molesta y a mi la primera, parezco un animalito que va por la calle diciendo: ay!!ay!!ay!!ay!!, cada vez que estruena un petardo, a mi lo que me gusta es ver iluminada Barcelona, en la noche con las fuentes de colores, la gente en la calle y las celebraciones de barrios o pueblos o simplemente en familia. Lo que no me gusta son los botellones y la falta de civismo en esta fiesta tan colorida.

    Alicia ya se ha pasado, sólo queda los últimos coletazos. Ánimo y a disfrutar de la semana y de tu envidiada piscina

  • ¿Te vienes? A mi también me encanta la celebración de luz y color, de alegría y de abrazos. Sabes que me gusta compartir y soy feliz comiéndome un trozo de coca con la gente que quiero.
    Esperemos que las verbenas que aún vienen por delante sean mas light. Un beso y que te sea leve la semana, ja,ja,ja.

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