¿Tenemos que vivir otro atentado?
Como se suele decir: ¡qué poco dura la alegría en la casa del pobre! Aquel 17 de agosto no hubo, por supuesto, ninguna alegría, pero por unos momentos, por unas horas, por uno o dos días, dejamos todos de mirarnos el ombligo y miramos a los ojos de los que teníamos al lado, intentando dar lo mejor de nosotros. Por unas horas no sentí que era ni catalana, ni riojana, ni española; era una persona unida por el sentimiento, la fuerza y las ganas de luchar contra un cobarde y mortal enemigo. Por muy pocas horas las ideologías se aparcaron y los reiterativos discursos dieron paso a una sola y unánime voz. Por muy pocas horas los medios de comunicación descansaron del mántrico rezo: Urnas, referéndum, independencia, leyes, prohibición, amenazas… Por…