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Bajar la persiana de un sueño

La Navidad pasada paseaba por la calle Rubio i Ors, una de las más comerciales de Cornellà Centro, cuando me encontré con una nueva tienda en el número 179.

Por desgracia no me sorprendió, porque lo extraño es no encontrarte con nuevos negocios cada día.

Me llamó la atención que era una tienda de perfumería y productos del hogar y sobretodo que destacaba en la entrada la palabra “OUTLET”.

Esta palabra para mí tiene un hechizo especial que me atrae como si fuera un imán y yo un simple tornillo.

Como mi nivel de inglés es como el de la gran mayoría, hasta hace relativamente poco no me enteré de su significado.  ¡Ah, pero cuando lo hice!  “Se llama outlet a un establecimiento comercial especializado en la venta de productos en stock o de una temporada anterior, siendo por tanto el precio inferior……” Vale, vale, Outlet significa, más o menos ¡Rebajas!

Entré en la tienda y la primera sensación que tuve fue de “buen rollo”. Es una sensación que tengo algunas veces y que consigue una automática simpatía con el dueño de la tienda y con sus productos.

¿No os ha pasado a vosotros? Hay tiendas que te ahogan. A veces, es por la pesadez de los dueños o dependientes, que antes de  que pongas el pie dentro del establecimiento ya te están preguntando: ¿Puedo ayudarle en algo? ¡Uff! reconozco que eso me  produce el efecto opuesto del que me imagino pretende el vendedor. A mí me gusta ir a mi bola, mirar, tocar (si se puede, claro) oler…… por eso siempre mi respuesta es la misma: “Estoy mirando. Gracias”.

O por el excesivo volumen de la música “de ambiente”. Nunca se me olvidará una tienda de ropa a la que fui y tenían a toda pastilla, y a unos decibelios que cualquier sonómetro habría estallado, un CD de Mónica Naranjo….. O esas otras tiendas que huelen a incienso o a miles de colonias y perfumes juntos, y te producen un mareo que no sabes ni dónde estás…

Sin embargo, hay otros establecimientos que, por el contrario, al entrar en ellos te invade una especie de relajación y de paz y en los que te sientes libre de mirar y remirar y tocar y oler y sabes que, aunque te vayas sin comprar nada, te encontrarás al final con la sonrisa del dueño o la dependienta.

Este fue mi caso en V&B Perfums, pero no por la sonrisa del final si no por la del principio. Por esa sonrisa ilusionada que me recibió con un maravilloso: “Buenos días”.

Una tienda puesta con cariño, con ilusión, con miedos, seguramente, pero con la esperanza de pensar: “A nosotros seguro que nos va a ir bien”.

Los productos que en ella se vendían eran todos buenos, originales. Hay gente que confunde precio barato con timo y creen que una botella de colonia, si la venden más económica es porque le han metido agua dentro: “A mí me van a engañar, sí, sí”.

Había productos de marcas conocidas y otros de marcas no tan conocidas pero de gran calidad. Las típicas marcas que pueden ajustar precios porque no se lo gastan en publicidad.

Yo he comprado muchísimas cosas y todas buenas y siempre me ha pasado lo mismo: ir a por un solo producto y llevarme cuatro.

Y algo que me encantaba era que, sobretodo Alberto que es con quien más he coincidido en la tienda, se podía pasar un cuarto de hora recomendándome un fregasuelos porque yo, mujer que duda hasta de la hora, no sabía elegir cual iría mejor a mi suelo de parquet sintético. Un cuarto de hora de amabilidad y de profesionalidad para una compra de 2 euros.

Y yo me llevaba ese fregasuelos a casa tan contenta y, efectivamente, me dejaba el suelo tan limpio que, como decían nuestras abuelas, se podía comer sopas en él.

Ayer cuando volví a la tienda después de mi paréntesis vacacional me encontré con la mirada triste de Alberto y con la peor noticia: “A final de mes cerramos”.

V &B Perfums fue una tienda creada, no para hacerse millonarios, si no para ir cubriendo gastos, que quedara un poquito de beneficio y poder reinvertirlo en otros productos y en nuevas ideas, pero sobretodo para sentirse vivos.

Él ya tenía su trabajo con el que ir tirando, pero principalmente el negocio era para que Jessica sintiera que seguía activa, que seguía formando parte del mundo laboral, que podía aportar al hogar algo más que, maravilloso por otra parte, papel de madre, cosa que ya estaba más que demostrado con la preciosa Elsa.

Pero el hombre propone, Dios dispone y el destino, ayudado por los impuestos y por el capricho de los ciudadanos de a pie, que no se sabe a veces qué criterio siguen para ir a tiendas cuya calidad/precio deja mucho que desear pero están de  moda, y pasan sin ver las que les están ofreciendo auténticos regalos, todo lo descompone.

Hoy les he pedido permiso para hacerles unas fotografías y comentar su historia en mi blog y me han dicho encantados que sí. Por suerte he podido encontrar a la familia al completo.

La foto habla por sí sola. Las miradas de Alberto y Jessica (miradas y caras de buenas personas que fueron algo que me cautivaron desde el primer día que los conocí) denotan la tristeza de dejar un proyecto por el que habían apostado, pero también el empuje de decir: “Algo haremos”.

A todos los que vivís en Cornellà, o en Barcelona y queréis coger el metro, o en Madrid y no os importa tomar el Ave, o en Roma y os apetece venir en avión, os invito a que vayáis antes que cierren el próximo 31 de octubre y “vaciéis” la tienda, para que al menos, se vayan con la alegría de haber podido vender todo lo que con tanta ilusión fueron colocando y reponiendo.

Hubo una frase ayer de Alberto que se me quedó grabada y me ha estado dando vueltas y vueltas toda la noche y posiblemente ha sido lo que me ha empujado a querer compartir esta historia con todos vosotros. Cuando ya me marchaba de la tienda me dijo con una especie de orgullo (muy cogido de la mano de la nostalgia): “Casi hemos llegado al año”.

Amigos, vamos a conseguir que para Alberto y Jessica el día 31 no sea un día triste si no el bonito recuerdo de una etapa.    

Y los que estéis lejos de Cornellà, mirar a vuestro alrededor porque segurísimo que encontrareis muchas tiendas como ésta. Pongamos todos nuestro pequeño granito de arena para que no tengan, también ellos,  que bajar la persiana a sus sueños.

4 comentarios en “Bajar la persiana de un sueño

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