info@alicialakatosalonso.com

¡Aaaaatchus! ¡Jesús! ¡Gracias!

Es muy curioso observar algo que se viene repitiendo cada año. Los doscientos mil millones de anuncios de colonias con que nos bombardean, sin piedad, desde finales de noviembre hasta el mismísimo día 5 de enero, desaparecen, por arte de magia, dejando paso a los anuncios de todo tipo de antigripales y analgésicos. Como si los virus y los dolores se dieran una tregua durante las fiestas y arremetieran con fuerza en el momento de abrir el último regalo de sus Majestades de Oriente.

Yo por ahora (toco madera) no me he acatarrado. A finales de este año, bueno, del año pasado (es que aun no me he acostumbrado) me vacuné de la gripe después de muchos años de no hacerlo. Con mi último gran resfriado lo pasé fatal porque me quedé sorda como una tapia y, lo que al principio era motivo de risa, se convirtió en un estado tremendo de ansiedad. Algún día hablaremos de la sordera. Puede llegar a convertirse en una auténtica paranoia. No entiendes lo que te dicen, ni sabes si te están hablando a ti o al de al lado. Y cuando escuchas risas  piensas que eres tú el motivo de ellas, con el consiguiente mosqueo. No sé los demás sentidos, pero la falta de audición provoca una terrible desconfianza.

Pero volvamos al tema que nos ocupa ¿quién no tiene cerca un familiar o un amigo o un vecino presa de la gripe?  

Los tremendos fríos que está haciendo este recién nacido invierno, la contaminación de las grandes ciudades, que no ayuda en absoluto a limpiar el ambiente, y las conductas guarras de muchos, muchísimos humanos, contribuyen a que esta enfermedad, tan mortal en otras épocas y tan molesta en ésta, haya encontrado un buen caldo de cultivo.

Conductas guarras, ¡sí señor! ¿Tanto cuesta, cuando vas a toser o a estornudar, ponerte la manita delante de la boca para no impregnar, a todo el que te rodea, con tus virus? Estos «bichos» una vez expulsados tienen una vida de unos 5 minutos, tiempo más que suficiente para meterse dentro de cualquier persona cercana a la que, si sus defensas están en ese momento echándose una siesta, pueden amargarle rápidamente la existencia.

Los primeros japoneses que vi con mascarilla paseando tan ricamente por la ciudad, me produjeron una reacción de indignación. Pensaban que lo hacían para que nosotros no les contagiáramos nada. “Pues que se queden en su casa”, pensé enarbolando la bandera de mi amor patrio. Después me enteré que no es que nos tengan asco, es que a veces son ellos mismos los que están constipados y no quieren infectar a nadie. ¡Angelitos!

El otro día entró un matrimonio oriental en el metro (ya sabéis que este medio de transporte es una de mis mejores fuentes de inspiración). Me reí internamente porque los dos eran muy pequeñitos y la mascarilla que llevaban les ocupaba casi toda la cara. Parecían que estaban a punto de entrar en el quirófano a abrir en canal a algún pobre paciente.

Miraban a la gente y sonreían. Esto último creo que es más producto de mi imaginación que de otra cosa porque, entre los ojos tan pequeños y la mascarilla resultaba un poco difícil verles la expresión.

Al lado de estos dos prudentes personajes había un señor (que casi les doblaba en estatura y corpulencia) tosiendo, estornudando y sonándose aparatosamente. Los pobres japoneses levantaron las cabezas asustadas y seguro que maldijeron no haber entrado en el metro con una escafandra.

Y ¿por qué tenemos que ir al trabajo con 39 de fiebre? Yo entiendo que en las empresas en que se descuentan del sueldo los días de baja, a veces, aun con las tripas fuera, mucha gente no tienen otro remedio que acudir, pero en empresas normales que a final de mes  pagaran lo mismo, ¿por qué hay que ir encontrándote mal? ¿Por qué hay que aguantar las caras de tomates podridos y los comentarios unitemáticos de: «Que mal me encuentro….. estoy hecho polvo»…..?

En mi época, cuando alguien estaba con fiebre se quedaba en casa una semana. En la cama, tapadito y sudando el catarro (cada uno con el método que considerase más apropiado). Ahora no: ahora hay que salir a la calle aunque no puedas ni con tu alma, contagiando a todo el que pasa por tu lado, rindiendo la mitad (cosa lógica) y provocando acabar con una gripe mal curada que luego pasará factura hasta con el IVA incluido.

¿Se nos cae la casa encima? ¿Tenemos miedo que por una semana de absentismo nos sustituyan por una máquina de café? ¿Tenemos que demostrar que somos más machos/hembras que nadie y que no hay bicho viviente, por más microscópico que sea , que nos meta en la cama?

También es verdad que hay gente que le encanta ir por la vida con el “¡ay!” continuo. Que disfrutan yendo pegados a un pañuelo en la nariz o que creen que hacen una proeza digna de elogio por reconocer que están a 38,5 de fiebre y ¡ahí están!

Por favor, cuidémonos más. Demostremos sin complejos que somos débiles humanos, y si no nos queda más remedio que tirar para adelante sin parar, acordémonos (como mínimo) de la manita. Luego, eso sí, la lavamos.

Un beso y a tomar bebidas bien calientes.

4 comentarios en “¡Aaaaatchus! ¡Jesús! ¡Gracias!

  • Si, si este si que es un tema actual, pues resulta que tienes toda la razón, en todo eh!!! Para empezar diré que yo también pensaba, bueno mejor dicho, me daba un poco de risa cuando veía a estas persona, japoneses en su mayoría, con las máscaras puestas, hasta que pensé seguro que tienen un buen motivo y "voilà" o "et ici" la respuesta, proteger y protegerse, ellos si que saben pasar de la opinión de la gente, hacen lo que, de algún modo, deberíamos hacer todos.
    Respecto al guarrísmo uf!!! Parece que algunos piensen que hay que compartir, correcto señores!!! Pero los virus no, es simple sentido común, algo de lo que muchos carecen.
    Ya para terminar, tienes muchísima razón y comparto al cien por cien lo referente a esos "héroes y heroínas" que con tal de mano faltar un día al trabajo acuden aunque sea con el suero puesto. �� No se si realmente se paran a pensar que su improdéncia nos pone a todos los que estamos cerca en auténtico peligro. En fin dejo el tema que me pone "enferma".
    Si estás bien cumple con tus obligaciones y si tienes fiebre �� hazlo a rajatabla, de verdad la empresa no te sustituirá por una máquina de café ni por una fotocopiadora, tu médico lo certificará. Vive la vida no la enfermedad. Ah!! Y a lavarse las �� con asiduidad. ��
    Gracias Alicia por dedicar unas palabras a algo tan humano que se sabe y no se hace.
    Por cierto las casas no se caen porque te quedes dentro, están pensadas para ello. ��

  • “Si la gripe llego a tu vida, tómalo con filosofía y ponte a meditar, que si se le antoja quedarse más de dos días, la puedas soportar”

    Siempre hay que buscar el lado positivo aprovechando los momentos, incluso cuando te encuentras mal, entonces tendrás tiempo de reflexionar, desconectar, descansar y volver con las pilas cargadas.

    Buen escrito Alicia, como siempre. La vida es un cúmulo de acontecimientos y hay que practicar la empatía y ponerse en la piel del que tienes al lado.

    Un beso y disfruta de tu semana de ocio.

  • Supongo que a veces es un absurdo bucle: si Pepita vio a trabajar con la pierna rota, y Juanito lleva toda la semana con 38 de fiebre pero no ha faltado ni un solo dia, ¿como me voy a quedar yo en casa por tener 37,5? Pues sí, como bien dices, hay que tener mas personalidad y pensar que quien mejor te va a cuidar eres tú misma. U beso

Responder a ALICIA LAKATOS Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *