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LOS DESEOS PARA EL 2020

Estoy segura de que el 31 de diciembre del 2019, mientras sosteníamos entre los dedos la primera de las doce uvas que nos meteríamos en la boca,  todos estaríamos pensando ya en las cosas que le íbamos a pedir al nuevo año, nada más que hiciera su solemne aparición.

Ese es uno de los momentos del año en que las emociones, las ilusiones, y los miedos se entremezclan. La emoción por el acto compartido, pese a la distancia, con quienes quieres o conoces.  La ilusión, porque tienes por delante un libro en blanco que deseas llenar con bellas historias. El miedo, porque no sabes si algún renglón se torcerá, o si, ni tan siquiera, llegarás al final de sus páginas.

¿Os acordáis de lo que pedisteis a medida que las campanas iban haciéndole el triunfal pasillo de bienvenida al 2020?

Seguro que: salud; trabajo; amor; que todos los míos estén bien; que se cumpla tal o cual sueño; etc,etc,etc.

Si que es verdad que doce uvas dan para mucho y, posiblemente, y porque en el fondo tenemos un corazón que no nos cabe en el pecho, más de uno incluiría dentro de los deseos: la paz en el mundo; que no haya mas hambre; que descubran la medicación para curar completamente el cáncer…

Pero, ¿a alguien se le ocurrió pedir que no se desatara una pandemia mundial?

Pienso en el año 2020, y me da mucha pena. Yo tengo el “defecto/virtud” de darle vida a todas las cosas. Si se me cae un bolígrafo al suelo, lo recojo y, sin darme cuenta, me disculpo : “Ay, perdón”. Si el autobús (cuando iba en autobús) aparecía justo cuando yo había llegado a la parada, lo primero que me salía era decirle: “Gracias”.

 Por eso, me imagino al 2020 triste y angustiado. Él, que creía que iba a ser un año extraordinario porque al nacer, millones de personas lo habían piropeado: “¡Qué número tan bonito!”,  sin saber por qué, sin tener ninguna culpa, iba a pasar a la historia como uno de los peores años de todos los tiempos.

La temida 3ª Guerra Mundial se había empezado a librar durante su reinado. Pero esta vez sin necesidad de disparar un solo tiro, ni explotar una sola bomba. Con algo que, según dicen los que lo han visto, tiene el grosor de una milésima parte de un cabello humano.

Si hay una frase que se repite cada vez más es : ¡A ver si pasa pronto este maldito año!

Está siendo un año, en muchísimos aspectos, para olvidar, es cierto, pero creo que este 2020 nos está impartiendo una lección magistral, que, si somos capaces de aprenderla, nos hará muchísimo más fuertes.

Si nos diéramos cuenta de lo que realmente somos…

Si la vanidad, la soberbia y la ambición no nos nublara el conocimiento, y reconociéramos que solos no podemos hacer nada, que necesitamos a los que están a nuestro lado para poder funcionar como un perfecto reloj…

 Si dejáramos de mirarnos el ombligo creyéndonos más que nadie, por el mero hecho (ocasional) de tener más dinero, o ser más altos,  o más guapos….

Si pensáramos que la suerte que ahora tenemos, mañana puede darnos la espalda…

Si fuéramos todos a una…

Querido 2020, te quedan dos meses y medio de vida. Ojalá puedas pasarle el testigo al 2021 con buenas noticias, y puedas marcharte a descansar con la esperanza de que todo lo que ha pasado a lo largo de tus 366 días, nos ha servido para algo.

Por si acaso, voy a ir preparando la lista de deseos para Nochevieja, y quizás, en vez de pedir doce cosas solo pida una: “2021, ayúdanos a despertarnos cada día con una sonrisa. Señal de que la vida, está en orden. “

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